jueves, 17 de febrero de 2011

Licencias


 
Un tipo camina hacia mi por la acera. Yo camino hacia él con misma dirección, sentido, y similar velocidad. El espacio es ancho, y ante la posibilidad de circular tanto por la izquierda como por la derecha, el hombre, como buen indeciso, se mantiene por el centro del camino. A una distancia próxima a los cinco metros empiezo a sospechar que mis expectativas eran erróneas y el tipo en cuestión no tiene intención alguna en apartarse. A los dos metros me doy cuenta de que si no llevo a cabo una drástica modificación en mi hoja de ruta la colisión será inminente, como si de un iceberg se tratase. A un metro y acercándose decido ejecutar un movimiento de torsión sobre mi propio cuerpo y nuestras trayectorias se cruzan habiendo evitado una gran catástrofe. Mi contrincante peatonal no hace gesto ni ademán alguno de agradecimiento y continúa su camino, inconsciente del peligro al que ha sido expuesto.  
Ya a salvo, empiezo a pensar en lo sucedido y tengo una serie de revelaciones. ¿Por qué he tenido que apartarme solo yo?¿Es que ese tipo es más importante?¿Qué habría sucedido si no lo hubiese evitado? Aunque mi hombro está intacto, mi ego se encuentra dañado y me prometo a mi mismo no volver a apartarme la próxima vez que suceda algo similar, aunque finalmente uno deba caminar por la acera como si de una carrera de obstáculos se tratase.
Todo esto me lleva a pensar si quizás no deberíamos estar obligados a poseer una licencia de peatones para caminar por la calle, y es que a veces las trayectorias errantes de más de uno pueden llegar a hacer perder la paciencia. Si tomamos en serio esta reflexión podríamos llegar a implantar intermitentes en los hombros, luces de freno en el trasero y en casos extremos flotadores a modo de parachoques. Esperemos no llegar a ese punto, y para ello nada mejor que invertir un poco de empatía en nuestros paseos callejeros y no pisar la imaginaria línea discontinua que divide la acera.
Alberto Dean

2 comentarios:

  1. Hay días en los que siento que soy la única persona moviéndome de un lado para otro por la acera para que el resto pase tranquilamente... Otros días me pongo firme, camino en línea recta y controlo a los demás peatones!
    Y también están los días en los que "bailas" con la persona con la que te cruzas.

    Ah.. y lo de mirar por el retrovisor que no hay? no te pasa eso a veces?

    ResponderEliminar
  2. jajaja el problema es cuando tu estás en el día uno y tu oponente en el día 3...que hacer¿? dudón! Lo del retrovisor me pasaba mucho cuando iba en moto, ahora ya lo tengo dominado ;)

    ResponderEliminar